El crowdfunding es una novedosa alternativa de financiación que consiste en que un colectivo de personas interesadas en un determinado proyecto colaboren económicamente con el objetivo de hacerlo realidad. Internet ha actuado como palanca para aupar esta alternativa de micromecenazgo, puesto que ha servido de plataforma para canalizar la relación entre la oferta y la demanda.
Si tienes en mente emprender un proyecto, y financiarlo a través de esta vía, tendrías que pensar en cuáles son los drivers que empujan a los mecenas a colaborar económicamente… de este modo, conseguirás maximizar la cantidad de dinero obtenida. Two Much Research, en un estudio realizado a partir del análisis del comportamiento y las actitudes de los participantes en la plataforma de micromecenazgo Lánzanos, respondió esta pregunta clave.
El ser humano, como el resto de animales que pueblan el planeta, es un agente autointeresado. Si hacemos algo, es por obtener alguna cosa a cambio… y los micromecenas no son una excepción: buscan sentirse bien. ¿Por qué razones experimentan esta sensación cuando participan en un proceso de crowdfunding?
Según se desprende del estudio, ayudar a crear aquello que gusta a los mecenas es el principal driver impulsor de la inversión. El 69% de los encuestados dio esta respuesta. Planificar un proyecto que conecte con los intereses de los mecenas, pues, resulta de vital importancia para conseguir financiación.
El segundo motivo más destacado por el que las personas invierten en procesos de crowdfunding es el hecho que no existan intermediarios entre creadores e inversores: el 61% de los mecenas de la plataforma Lánzanos quiere sentirse co-partícipe del proyecto para el que han invertido dinero, siendo indispensable una relación directa, no mediada, entre emprendedores y mecenas.
El hecho que se trate de un proyecto que contribuya a crear cosas innovadoras es la tercera palanca impulsora del crowdfunding (el 55% de la muestra dio esta respuesta), seguida por la sensación de estar apoyando al impulso emprendedor (52%).
Sin embargo, no todos los mecenas presentan la misma actitud. Two Much Research ha identificado 3 tipos distintos de inversores:
Se observa, pues, una clara correlación entre el nivel de entusiasmo que provoca el crowdfunding con la cantidad de proyectos en los que se invierte dinero. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las cantidades económicas con las que se colabora por cada proyecto no son significativamente distintas según se trate de entusiastas, moderados o fríos.
Según los datos del estudio, la cuantía económica aportada en cada proyecto depende de dos factores fundamentales. En primer lugar, el interés que tenga la propuesta: cuanto más perciba el micromecenas que está delante de un proyecto interesante, más dinero tendirá a invertir. Se invierte más dinero por el interés que despierta el proyecto per se que por el hecho que esté esté llevado a cabo por amigos o conocidos. Es decir, invertimos menos dinero cuando el proyecto lo desarrollan nuestros conocidos que cuando el proyecto nos interesa realmente… a veces actuamos, simplemente, por imperativos familiares.
En segundo lugar, el tipo de formato del intercambio (la recompensa que recibe el micromecenas directamente del emprendedor) también tiene una importancia capital en la cantidad económica que el inversor decide depositar en un proyecto determinado. Así, se observa que los proyectos que ofrecen a cambio el producto o servicio desarrollado en el si del propio proyecto son los que reciben más dinero. El segundo tipo de recompensa más exitoso es la simbólica (recibir camisetas, chapas, figurar en los créditos de un producto cultural…) seguido, en tercer lugar, por la donación pura, sin nada a cambio.
Pero, ¿qué tiene que tener un proyecto para que pueda despertar el interés de los inversores potenciales? Los cuatro factores más determinantes son de naturaleza universal, es decir, son aplicables a cualquier tipo de proyecto independientemente de la temática a la que se dirijan:
Sin embargo, hay algunos atributos que frenan al potencial micromecenas a apostar por un determinado proyecto. Son características que tienen en común este hecho: se desvinculan del carácter anónimo y comprometido con los pequeños emprendedores que caracteriza a los procesos de crowdfunding.
Así, los datos muestran que sólo el 7% de los encuestados ve relevante el hecho que el proyecto haya logrado el apoyo de grandes empresas. Y otro 1% considera que el hecho que el emprendedor tenga cierto reconocimiento social es un factor relevante en el momento de invertir en un determinado proyecto.
Entre los participantes en plataformas de micromecenazgo existe una grand duda, que ensombrece el carácter change maker que caracteriza al crowdfunding…. ¿Qué pasa cuando, al final de un determinado proyecto, se constata que la calidad ofrecida es muy inferior a la proyectada? ¿Cómo determinar cuál es la fiabilidad de un determinado promotor? ¿Y qué papel deben jugar las plataformas para asegurar el correcto funcionamiento de los proyectos?
A raíz de estas preguntas, a partir de las cuales los micromecenas cuestionan la transparencia de los procesos de crowdfunding, se hace necesaria una reflexión… ¿Debería el Estado crear un marco jurídico que proteja a los inversores? En caso que la respuesta sea afirmativa (que no dudo que lo es), hay que pensar en un tipo de diseño legal que, al mismo tiempo que defienda los intereses de los mecenas, no corte las alas de la creatividad y de la innovación, el buque insignia de los proyectos de micromecenazgo.
Gracias Xavier por este post tan trabajado.
Un abrazo!
© 2019 Empirica Influentials & Research
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