El debate sobre el prosumidor se origina en el año 1972 cuando los autores McLuhan y Nevitt sugirieron que gracias a la tecnología eléctronica el consumidor podría ser en un futuro también productor. Más tarde, en 1980 Alvin Toffler aplica por primera vez la palabra ‘prosumer’ en su libro ‘La tercera ola‘ para referirse a las personas que son productoras y consumidoras de información.
Hace unos días se volvió a debatir sobre el interesante caso del prosumidor en el ciclo ‘Diez conceptos que están cambiando el futuro‘, por ser un tema interesante que esta evolucionando y tomando forma en nuestros días en parte gracias a la Web 2.0.
Entre los expertos que hablaron sobre el tema, destaca Marian Salzman, presidenta de Euro RSCG en Estados Unidos, según Salzman, la sociedad tiende a ser más fuerte y dura, a refugiarse en casa, a valorar el tiempo, que se esta convirtiendo en algo muy preciado que cada vez es más difícil de gestionar. En este escenario el ordenador se esta convirtiendo en un importante elemento educativo.
Entre las conclusiones de la charla podemos encontrar que el prosumidor es un individuo con mayor conciencia social, es exigente, no cree en los intermediarios, desconfía de las marcas ya que en muchos casos no se han cumplido sus expectativas pero valora aquellas que se muestran honestas, es un buscador de soluciones sencillas, que conoce aquello que consume y ejerce una gran influencia sobre los demás que le convierte en parte de un grupo social que marca tendencias actualmente.
Otras tendencias no tan atractivas que se comentaron en la charla están relacionadas con una nueva comunidad cada vez más egoísta, en la que serán más frecuentes los engaños virtuales y en la que encontraremos un exceso de información muy superior al actúal.
Me llama la atención que algunas de estas tendencias estaban bastante desarrolladas por autores como Faith Popcorn en su libro ‘Lo que vendrá’, en el que hablaba de un nuevo consumidor en alerta preocupado por la sociedad y el medio ambiente, estas personas de las que hablaba la autora, convertirían su tiempo en el bien más preciado y se refugiarían en el hogar. También serían consumidores que exigirían a las empresas un producto en el que poder confiar y valorarían las empresas honestas.
Cuando leí en su momento estas previsiones de Popcorn me parecieron razonables, aunque algunas de ellas muy optimistas, sin embargo, gracias a las nuevas tecnologías, muchas de ellas actualmente me parecen más reales que nunca.
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