¿Estaríais dispuestos a dejar vuestro piso por unos días a unos desconocidos a cambio de dinero, como si fuera la habitación de un hotel? Ya sé lo que pensáis. Que el dinero os vendría bien, ahora más que nunca. Pero os da miedo que os destrocen el piso, que os roben la tele, o que se vayan sin pagar. ¿Y luego qué?
Si hubiese la garantía de que todo saldrá bien, sin dolores de cabeza, todo el mundo diría que sí. Al fin y al cabo, dejar el piso por un fin de semana no representa un gran esfuerzo. Y por unos 150, 200€ quizás valdría la pena pasar un par de noches en el sofá-cama de amig@. Y si el amig@ es muy generoso y os hospeda por toda una semana, a lo mejor con lo que ganáis del alquiler os podéis ahorrar un dinero que os irá bien para otras cosas que pueden ir desde pagar las propias vacaciones o si sois estudiantes, la matrícula de la Universidad.
El problema es que la garantía de que todo saldrá bien, no os la puede dar nadie. Siempre hay un margen de riesgo y eso se debe principalmente a la falta de información sobre nuestro huésped. ¿Será de fiar o me va a rayar el parqué? Y si me lo va a rayar, ¿qué hago? Este problema nos lo encontramos muy a menudo y en distintos ámbitos de la vida cotidiana. La incertidumbre sobre el buen éxito de la contratación de un servicio, por ejemplo, nos puede echar para atrás, a pesar de los beneficios potenciales que obtendríamos contratándolo. Es notorio que la falta de confianza interpersonal entre ciudadanos afecta negativamente la economía, ya que impone unos costes de transacción más altos, más contenciosos, o simplemente porque impide el encuentro entre demanda y oferta: por un lado los turistas que quieren alojarse en el centro de una capital a un precio inferior al de un hotel y por el otro todos aquellos particulares que estarían dispuestos a alquilarles el piso, bajo ciertas condiciones. Esas condiciones, hasta hace poco tiempo, eran difíciles de lograr. Sin tablones donde anunciar la oferta, y sin garantías sobre la fiabilidad de los huéspedes, demanda y oferta eran como dos amantes que vagaban por el mundo sin encontrarse nunca. Hasta cuando Airbnb, Wimdu y 9flats (que son competidores y ofrecen servicios muy parecidos) decidieron cambiarlo todo, con una idea muy sencilla: crear un marketplace global para anunciar y reservar viviendas de particulares. Tablones de anuncios con miles de propiedades en todas las capitales del planeta, excelentes interfaces de búsqueda, sistema de referencias para anfitriones y para huéspedes, cobro automático con tarjeta de crédito o Paypal (Airbnb gestiona de forma automática también el cobro y la devolución del deposito de garantía). Los tres ofrecen hasta un seguro gratuito que cubre los daños o desperfectos que las estancias de los huéspedes puedan ocasionar.
El resultado es un nuevo modelo de negocio que acerca demanda y oferta de locaciones de breve duración entre particulares y promueve a la vez la confianza interpersonal con herramientas web relativamente básicas pero esenciales para aumentar la visibilidad de la oferta y reducir riesgo e incertidumbre para los propietarios. Airbnb, Wimdu y 9flats se quedan un porcentaje de las transacciones por los alquileres que se contratan a través de sus plataformas, pero se encargan también de derivar tráfico web hacia los anuncios con robustas campañas de display advertising e retargeting. El negocio les va muy bien, gracias también al contexto económico actual en que, los sueldos bajan (o desaparecen) y cualquier forma de aumentar la renta del hogar, aprovechando recursos ya disponibles, se contempla más que antes.
Creemos que merecen nuestra mención en Marketing y Consumo porque en cierta medida representan un ejemplo de como la tecnología digital puede reducir los riesgos y los costes asociados a las micro-transacciones entre particulares. Y la oferta de habitaciones o pisos de alquiler es sólo uno de los tantos ámbitos de su posible aplicación. eBay hizo algo parecido hace más de una década cuando creó su famoso marketplace para la compraventa de bienes y objetos de segunda mano. Prosper se ha especializado en acercar la oferta y la demanda de prestamos de dinero entre particulares. De igual manera Airbnb, Wimdu y 9flats se han revelado como game changers en un sector en que innovar parecía difícil o imposible. Algo me hace pensar que las cadenas hoteleras, especialmente las mid-range, tendrán que bajar precios y aplicar descuentos para no perder clientes que ahora podrían optar para alquilar el piso de un particular al mismo precio que una habitación de hotel. Este también es el mercado, baby.
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