Uno de los problemas más comunes que nos encontramos en la organización del trabajo es la procrastinación. Procrastinar es postergar tareas dificiles, poco agradables, cosas que en definitiva nos gusta menos hacer y, en lugar de desempeñar esas tareas necesarias para el buen discurrir de nuestra actividad profesional, nos perdemos en las cosas más nimias y/o agradables apurando hasta el detalle tareas que no requerían tanto tiempo. La procrastinación siempre encuentra en otras tareas entretenidas su excusa y ladrón de tiempo perfecto.
Lo preocupante del asunto es que es dificil escaparse de las garras de la procrastinación pues, para la mayoría de los mortales el trabajo requiere mucha atención del consciente, es por esto que al final acabamos estresándonos pues el consciente no puede abarcar muchas tareas al mismo tiempo. Querer hacer muchas cosas a la vez colapsa nuestra mente y nos lleva a buscar cosas más sencillas y menos estresantes, la mente tiende a quedarse con lo agradable, con aquello que le hace la vida más fácil. A pesar de esto, ni todos los caracteres ni todas las circunstancias son propicias a la procrastinación, por lo tanto, tan importante como saber que nos lleva a la procrastinación (tanto por caracter, por circunstancia o ambos) es saber cómo detectarla, corregirla e incluso prevenirla.
Nos puede asaltar la procrastinación cuando:
Como véis el procrastinador puede estar en los dos extremos, ser una persona con una alta motivación, tener la motivación por los suelos o haberla perdido por completo. Son energías distintas que requieren distintos tipos de actuación. La falta de motivación en el trabajo es un cáncer de dificil curación, no solo es problemático por el trabajador falto de motivación, lo es porque puede propagarse hacia trabajadores del entorno, es un problema delicado que las organizaciones no suelen tener en cuenta. Aquí la manera de atacar la procrastinación más sana es motivando al trabajador para que se sienta parte de la organización, otra más burda es planificándole cada minuto del día para que no tenga tiempo de distracciones, no es recomendable porque acabará desmotivandose por completo y finalmente abandonando la organización.
Si el caso es que tenemos una energía rebosante, alguien motivado e implicado pero que es un caballo desbocado que nos cuesta hacernos con él. Este es un tipo de perfil demasiado interesante para la organización como para dejarlo escapar simplemente porque es dificil conseguir que una mente tan volatil tenga los pies donde queremos que los tenga. Tanto para el creativo que sus ideas no le dejan concentrarse, como al que se ve capaz de todo, como el que trabaja solo y le falta disciplina, para todos estos, hay una serie de pautas que se basan en la organización del tiempo de trabajo que les pueden ayudar a alejarse del mal hábito de procrastinar y, su trabajo sea mucho más satisfactorio.
Buen aporte! Sobretodo muy interesantes los ladrones de tiempo que detallas y a veces no tenemos en cuenta. Un saludo
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