La AIMC (Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación) ha publicado, esta misma semana, los resultados de la encuesta del EGM (Estudio General de Medios) del año 2012. Se trata de uno de los estudios más potentes en cuanto al análisis sobre consumo de medios, sobre todo en relación al tamaño de la muestra.
A nivel general, se observa que la televisión (89,5%) y la radio (61,7%) siguen siendo los canales que presentan un mayor porcentaje de penetración (entendida ésta como la proporción de encuestados que en el día previo a la entrevista consumieron alguno de los medios a análisis). Pese al gran avance de Internet, pues, los medios tradicionales siguen siendo los más utilizados. Internet, no obstante esto, esta entre los más utilizados con un porcentaje de penetración del 48,6%.
Si se pone el foco de atención en internet, hay que añadir que, además de los datos que la AIMC ha presentado sobre el 2012, también se acaba de publicar la primera ola del 2013 centrada exclusivamente en internet. Según se puede observar, la penetración de este medio ya ha llegado al 52,3%, porcentaje que no ha dejado de aumentar en ninguno de los periodos en los que ha estado trabajando la AIMC.
Los servicios de internet más utilizados por los internautas son el correo electrónico (80,3%) y la mensajería instantánea (60,8%). Destaca, sobre todo, el aumento del porcentaje de uso de este último ítem en relación a la anterior ola de la encuesta. Muy probablemente esto se debe al paulatino incremento de personas que utilizan smartphones y las aplicaciones de mensajería instantánea (principalmente Whatsapp) a las que éstos dan acceso.
De otro lado, también resulta interesante resaltar el crecimiento progresivo de la utilización de internet para realizar llamadas telefónicas (el 15,1% de la muestra realizó esta operación en el día previo a la encuesta) y para jugar en red (14,8%). En términos negativos, destaca la caída en el consumo de internet con la intención de acceder a la información de actualidad (50,8%, mientras que en la anterior ola del estudio el porcentaje era del 57,2%).
Volviendo otra vez a la encuesta global de medios, sin disponer de los datos desagregados resulta arriesgado afirmar qué categorías sociodemográficas destacan en el consumo de cada uno de los medios analizados. Sin embargo, sí que se pueden señalar algunas tendencias, aunque éstas tendrían que ser confirmadas mediante un sólido análisis estadístico.
Según se desprende de los datos, los hombres tienden a consumir en mayor medida cada uno de los canales analizados. Sin embargo, esto no es así para el consumo de suplementos (los dominicales, por ejemplo) y de las revistas, ítems en los que las mujeres muestran una mayor penetración.
El análisis según clase social muestra una situación que merece ser, al menos, discutida. Sí, la clase social, aquel concepto que para muchos ya ha desaparecido de los diccionarios de ciencias sociales. Ver, como ejemplo de esto, las tesis que Fukuyama defiende en El fin de la historia. A mi modo de ver, aunque sea un concepto difuso, difícilmente observable a simple vista; aunque se haya alejado de la concepción clásica marxista que simplemente separaba a los propietarios de los no propietarios de los medios de producción… las clases sociales siguen existiendo. Se han reformulado sus relaciones, la manera según la que se estructuran, pero su realidad se observa en sus consecuencias…
Y, si no, ¿cómo explicar que, como muestran los datos, el consumo de cada uno de los medios sea más alto por parte de las clases más altas (a excepción de la televisión)? ¿Se trata tan sólo de barreras económicas al consumo, o hay algo más profundo que se esconde detrás de esta relación? Si se opta por la segunda parte de la disyuntiva, se puede recurrir a las teorías del sociólogo francés Bourdieu para encontrar una explicación. La clase social a la que se pertenece no opera tan sólo en términos monetarios al impedir que ciertos individuos accedan a los productos de los mercados. De hecho, el nivel de ingresos no define la clase social. Al contrario: los ingresos son un subproducto derivado de la posición de clase que ocupa un determinado individuo.
Según Bourdieu, la posición de clase no otorga tan sólo una determinada situación económica, sino que imprime al individuo ciertos rasgos culturales, a los que él llamaba hábitus, que condicionan las actitudes y comportamientos futuros. No es lo mismo nacer en una familia de profesionales liberales, acostumbrados a leer, a hablar con cierto formalismo y de temáticas más o menos abstractas… que nacer en una familia de obreros industriales. Los aprendizajes, sea consciente o inconscientemente, van a ser distintos.
Y esto tiene su impacto hasta en el consumo de medios. Las razones económicas no son un argumento suficiente como para explicar las diferencias según clase social (la gran mayoría de los canales analizados pueden ser consumidos de manera gratuita). Es por esto que hay que recurrir al valor que socialmente se otorga a los productos. Un producto no es de clase alta o clase baja por naturaleza (a excepción de los productos asociados con el lujo, en los que el precio sí supone una barrera discriminante), sino que lo que define la adscripción de los productos a determinado grupo social es el resultado de un conjunto de relaciones sociales y de condicionamientos heredados de los progenitores.
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