Home > Noticias > Televisión: la reina que no muere
Desde que Internet ha entrado en la mayoría de nuestras casas y ha empezado a formar parte de la vita cotidiana de al menos un 40% de la población, hemos ido escuchando vaticinios fúnebres sobre el que ha sido el electrodoméstico favorito de la humanidad durante las últimas cuatro decadas: la televisión.
Para muchos, la total libertad de escoger los contenidos e interactuar con ellos que ofrece Internet debería necesariamente quitarle tiempo y fascinación a la absorción pasiva de imágenes en movimiento que experimentamos al ver nuestros receptores de televisión.
Después de años de espera, ha quedado claro que no va a ser así. Según datos presentados la semana pasada en un informe por la prestigiosa publicación ‘The Economist’, en países como Japón y EEUU, el tiempo que pasan las personas frente al televisor es tres veces superior al tiempo que pasan navegando en Internet por motivos de ocio. Y esta tendencia no para de crecer. Sin embargo, el termómetro de la inversión publicitaria nos dice que hay países, como el Reino Unido, donde las empresas ya se gastan más dinero en Internet. Esto nos índica algo está pasando.
Más allá de la crisis, que ha recortado considerablemente los presupuestos de los anunciantes, la televisión se está transformando rápidamente. Esta pasando de ser aquel medio que generaba impactos tan fácilmente a ser otro medio más humilde, que ofrece contenidos dirigidos a una gran cantidad de públicos “especializados” y ya no a las masas.
En España, con el apagón analógico, se ha multiplicado la oferta de canales y programación. La inevitable consecuencia ha sido la atomización de las cuotas de audiencia, que está marcando profundas transformaciones en el mercado publicitario. Cadenas como TVE, Antena 3 y Tele 5 suman un mínimo histórico del 41,8% de cuota y con el cambio a TDT compiten con canales privados y públicos en abierto (de ámbito estatal, autonómico y local), además de los de pago. El lider, Telecinco, no llega al 16% de cuota. Y por otro lado, el peso de los canales temáticos ha ido creciendo de forma constante.
A los que estabamos acostumbrados a considerar la tele un medio al que millones de individuos acudían después de cenar para compartir las emociones de una buena película o del último capítulo de la serie favorita, la fragmentación de la audiencia nos sorprende un poco. Las posibilidades de que un compañero de trabajo haya visto ese programa que tanto te ha gustado se reducen muchísimo. Pero al fin y al cabo, habrá más oferta de contenidos y más competencia. Algo que nos debería beneficiar a todos.
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